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07/11/2017
Publicaciones económicas

China-África ¿durará el matrimonio por conveniencia?

China-África ¿durará el matrimonio por conveniencia?
Las ambiciones de China en África subsahariana: aún es necesario realizar esfuerzos para reequilibrar las relaciones bilaterales

Casi veinte años después del lanzamiento del primer Foro de Cooperación entre China y África, las relaciones entre ambos permanecen desequilibradas. El comercio bilateral ha aumentado durante los últimos 10 años (un total de $123 mil millones de USD en 2016), impulsado, a partir de 2014, por las exportaciones, las cuales han caído en un 51% desde su punto máximo. Ahora la región, cuenta con un déficit comercial con China. Mientras que las exportaciones permanecen principalmente concentradas en recursos naturales (90% de las exportaciones a China), las importaciones se encuentran más diversificadas e incluyen bienes manufacturados, equipo de transporte y maquinaria (51% del total) por delante de minerales y metales preciosos. Este desequilibrio comercial también refuerza el riesgo del “síndrome holandés”[1] el cual, en economía, se liga a la disminución del sector de manufactura local al desarrollo económico de materia prima.

 

La desaceleración en la economía china y la reorientación de su modelo de crecimiento a través del consumo privado se reflejan en una débil demanda de los comodditties provenientes de África. Esto tendrá consecuencias inevitables para los exportadores. De acuerdo con los cálculos de los economistas de Coface, África subsahariana tuvo un nivel considerablemente alto en la dependencia de las exportaciones que otros países emergentes en 2016, en una escala de 0 a 1, África subsaharian mantiene un 0.24 comparado con el 0.16 para Asia Sudoriental, uno de los principaples socios comerciales de China, y un 0.19 para Rusia, Brasil e India. El diferencial aún es mayor con la Unión Europea (0.07) y Estados Unidos (0.12).

 

Como es lógico, los países que más se han beneficiado de la expansión de China y aquellos con una economía menos diversificada son los que probablemente sientan los efectos de una forma más acentuada, de una menor demanda. La fuerte dependencia comercial está concentrada alrededor de la exportación de petróleo crudo y de acuerdo con el índice establecido por Coface, Sudán del Sur ha estado en la cima de la clasificación desde su independencia que fue declarada en 2011, seguido por Angola y Congo. Gambia, que produce madera, no está lejos. Eritrea, Guinea, y Mauritania también están dentro de los países más dependientes debido a sus exportaciones de minerales metálicos (hierro, cobre, aluminio).

Diversificación, la palabra clave para una relación “ganar-ganar” sustentable

A pesar de esta fuerte dependencia sobre las exportaciones a China, la relación China-África podría tornarse en una cooperación “ganar-ganar”. La canasta de exportación de África se está diversificando gradualmente, incorporando un alto valor añadido en materias primas procesadas, madera bruta, y no en menor medida, en algunos productos agrícolas (tabaco, frutos cítricos, granos y frutos oleaginosos), alineadas a las necesidades de la clase media emergente de China. Inclusive si un cambio mantiene la vulnerabilidad de los países ricos en commodities de la evolución de los precios internacionales, esto podría incrementar los ingresos locales y fomentar el empleo y transferencias de tecnología.

 

La diversificación también incluye los flujos de Inversión Extranjera Directa y préstamos de China. Las inversiones chinas en África ya no son extractivas por naturaleza y ahora se extienden a servicios, industrias procesadoras, transporte y servicios públicos. Existiendo iniciativas, como la de One Belt, One Road[2], que impulsará finalmente la conectividad regional y reducirá los costos de exportación.

 

Sin embargo, desde que la Inversión Extranjera Directa y los flujos de financiamiento son mucho menores que los flujos comerciales, los países africanos son altamente dependientes de China permaneciendo altamente vulnerables por la débil demanda o una mayor disminución en los precios de las materias primas. Así mismo, el riesgo por los gobiernos africanos acentuaría su vulnerabilidad a los cambios en la política exterior de China y sus demandas derivadas de los intereses chinos que existen en esta región, primordialmente, basados en una compleja red de objetivos políticos y económicos.

 

"Las más recientes evoluciones parecen moverse en la dirección correcta, pero aún es necesario realizar esfuerzos para moverse de un matrimonio de conveniencia desequilibrado a una sociedad basada en una cooperación de “ganar-ganar”, dijo Ruben Nizard, economista de Coface responsable de África Subsahariana y coautor del estudio,"China-África ¿durará el matrimonio por conveniencia?".

 

[1] La enfermedad holandesa, o síndrome holandés, es un término acuñado en economía para identificar las consecuencias negativas que sufre un país cuando experimenta un crecimiento inesperado en sus ingresos en divisas. Este problema por lo general está asociado a la explotación de recursos naturales, recursos que son descubiertos, explotados y exportados, lo que en corto tiempo puede significar grandes ingresos para el país, ingresos que tienen un efecto negativo en los demás sectores productivos diferentes a la explotación del recurso natural causante del “problema”

 

[2] Las iniciativas One Belt, One Road, NRS (Nueva Ruta de la Seda) por las siglas en español, es el nombre con que se conoce el proyecto político-económico que propuso en 2013 el presidente de China, Xi Jinping. Bajo la premisa que "hace más de dos milenios, las personas diligentes y valientes de Eurasia exploraron y abrieron nuevas vías de intercambio comercial y cultural que unían las principales civilizaciones de Asia, Europa y África, colectivamente llamadas ruta de la seda por generaciones posteriores"

 

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